Café La Belle Epoque

Como si el tiempo se hubiera detenido, ahí estaba el mostrador de estaño, tantas veces testigo de nuestras tristezas y alegrías.

El aroma a café recién hecho me hace aflorar con nostalgia la imborrable imagen de Nino, el mozo que, tan servicial, nos llenaba el vaso de vino hasta el borde y siempre nos fiaba cuando hacía falta. Cómo olvidar esas interminables charlas entre copas y amigos, o aquel día que al “Narigón” lo tuvimos que llevar alzado hasta su casa de la curda que tenía.

Cómo olvidar aquella vez que el ‘Turquito Cassis’’, con unas cuantas copas de más, quiso recitar un poema subido a una silla y sólo le salieron sonidos incongruentes antes de caerse redondo sobre la mesa de al lado, tirando botellas, vasos, tacitas y cuanto había a su paso.

¡Oh, “La Belle Epoque”! Magníficos trozos de vida, grabados por siempre en mi recuerdo.

FO 85700 – 60 x 10 x 45 cm (LWH)