Los Gangsters

La limusina avanzaba lentamente. Danny Digrazia, sentado junto al chófer, llevaba un estuche de violín con su preciado « instrumento ». En el asiento trasero, Roberto Galatte acariciaba con sus guantes negros otro estuche de igual contenido. A su lado, el commendataire Don Ovidio Falco llevaba un maletín de gamuza repleto de billetes para pagar la entrega.

Dentro del coche nadie hablaba, el ambiente era denso. Un gato negro atravesó la calle. Había como un mal presagio que flotaba en el aire. Seguramente era una idea falsa, algo absurda.

Ese debía ser un día sin problemas, un día tranquilo … era el día de San Valentín.

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