El Torbellino Azul

De niño nadie creía en él, en el pueblo todos se reían de su aire poco inteligente y era objeto de burlas incesantes .

Lo único que le gustaba era correr como loco levantando una enorme polvareda por la calles de tierra. Con sus manos hacía como si fuera conduciendo mientras que de su boca dejaba escapar miles de partículas de saliva y un fuerte ruido imitando el motor de un coche de carrera.

Nadie supo cómo, pero a los veinticinco años logró ganar las 500 millas de Indianápolis.

Hoy ya nadie se ríe del gran Lionel Benjamin, todos admiran su estilo audaz y desenfrenado.

Entre los admiradores del campeón se ha puesto de moda imitar el salpicado interior del parabrisas y su manía de reproducir el rugido del motor.

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