Los Seductores

Después  de que les tocara la lotería  Juan y Pedro  se hacían llamar Juan Ignacio y Pedro Manuel. Lo primero que hicieron fue comprarse ropa de marca, lentes de sol al mejor estilo “estrella de Hollywood” y un aparato de bronceado para poder adquirir un perfecto tostado Caribe. Se hicieron depilar el torso y las nalgas, y comenzaron a usar crema antiarrugas. No les faltó un poderoso reloj de oro, y para finalizar adquirieron lo mejor de lo mejor: el auto de sus sueños, un descapotable de colección que hizo palidecer de envidia a los muchachos del barrio.

Salieron a dar vueltas por el centro haciéndose los importantes. Pararon en una esquina con la música a todo volumen. Charlando en voz alta, repetían las únicas cinco o seis palabras en inglés que conocían. Al ver  venir  a dos esculturales bellezas,  se dijeron: “¡Estas son nuestras!”

Cuando las dos bombas pasaron junto a ellos, Juan Ignacio sacó pecho, puso mirada seductora  e inclinando la cabeza hacia un lado dijo: “Perdón,  chicas,  ya nos  conocemos, ¿no?”

Las dos muchachas,  indiferentes y sin decir nada, siguieron de largo.

Desesperado, Pedro Manuel atinó a decir: “¿Chicas no quieren dar una vueltita en coche?”  Y oyó que una le decía a la otra: “Pero  ¿De dónde salieron estos dos payasos?”

Al cabo de una hora, sin haber conseguido éxito alguno, Juan dijo: “¿Qué tal si vamos a tomar un cafecito?”

“¡Y… bueno!”, le contestó Pedro mientras, cabizbajo y dando patadas a una piedrita, puso rumbo hacia el bar de la esquina  a terminar la noche como de costumbre.

FO 85058 – 35 x 18 x 13 cm (LWH)